martes, 29 de septiembre de 2009

De cuando leía.

martes, 29 de septiembre de 2009
De cuando leía.

No tener una memoria prodigiosa nunca ha sido inconveniente, pero momentos como estos me hacen desearla. He terminado de leer Verónica Decide Morir de Paulo Coelho y hay algo en mi, que cuando leo me meto tanto en la historia que cuando esta por terminar la nostalgia se apodera de mi, de mis ojos, de mi mente, no me gusta sentir eso de “se termina” porque me quedo yo, con lo leído y con la necesidad de no tener que ponerlo en práctica tan pronto. Pero sé que siempre lo haré, y peor aún se que pronto lo olvidaré.

Vienen a mí algunos ejemplos, al terminar de leer Los Ojos de mi Princesa sentí que terminaría mi historia en el mes siguiente… que nada me detendría y que era invencible, miradme ahora que hasta he admitido en la entrada anterior, mi evasión.
Pero si que me puse a ello, eso lo afirmo con total seguridad.

Cuando terminé de leer A Orillas del Rio Piedra me Senté y Llore –que si que lloré- a la primera oportunidad que tuve quebré no solo uno sino dos vasos! (quién lo ha leído entenderá a lo que me refiero) Quebré el primero por accidente lo que me recordó el libro y junto a mí había una persona alarmada porque quebré un vaso. Que hice? Pues dije “qué, quiere que rompa otro?” y al ver la burla a lo que él consideraba una burla cogí otra taza de vidrio y la lancé con fuerza al piso. Me sentí tan bien! –Omitiendo que el hecho se vea como una rebeldía o grosería de mi parte- (y el recordarlo me hace más bien aún, mejor aparto la idea de mi cabeza que estoy en el trabajo y el único vaso que tengo a mano, me gusta).

Existen otros ejemplos más, pero en el reciente ni siquiera terminaba de leerlo (estaba a 17 hojas de ello) y tomé uno de los ejemplos acerca de contemplar una rosa para encontrarte a ti mismo y me sorprendí al descubrir que tenía una rosa en mi escritorio (que casualmente me habían regalado hace 3 días acá por ninguna razón) me busqué a mi misma en esa rosa, me di cuenta que se estaba secando por lo que abrí los pétalos que estaban más al fondo para descubrir que seguía igual de preciosa, que poseía belleza y que puede que se haya estado marchitando pero aún había vida en ella, conservaba perfume y hasta humedad –y nunca la puse en agua-. El ambiente la estaba matando pero no moría, era fuerte ¿? como yo ¿?
Fue bello descubrir eso y cuando sentí que ya no poseía control sobre mis glándulas lacrimales, dejé el experimento para continuarlo en otro momento.

Más historias, más ejemplos, y puede que realmente lo recuerde pero eso no evita que tarde o temprano pase las cosas por alto, que mi deseo de ser libre, de ser feliz y tantos otros propósitos el tiempo y la rutina los aplaste…
Y no quiero comenzar otro libro hasta que retome muchas de esas cosas que he aprendido y no he utilizado. Espero no apartarme por mucho tiempo de la lectura, espero hoy de noche llegar a casa y “sin querer” romper otro vaso y reírme ante ello. Luego tendré que limpiar, pero disfrutaré el momentillo. No veo la hora de tener la desfachatez de hacer eso pero no con mis propios vasos, mi familia ya me ha dado de por sí, bastante.

No hay comentarios.: