viernes, 25 de septiembre de 2009

Extraña Felicidad

Martes, 18 de agosto del 2009
Extraña Felicidad

Recuerdan lo que escribí acerca de la entrada sobre la extraña felicidad que estaba en mi cabeza y quería ser publicada? (Cuando escribí lo del CPFF) Mentí.
Realmente no estaba queriendo ser escrita, sino que yo quería escribirla …y alguien más. Creo que en cierta forma es para tener una compilación (que acabado de darme cuenta que no se dice “un compilado”), para que las resoluciones, las decisiones, lo una y mil veces pensado no se lo lleve el tiempo, sino que perduren en la era de la tecnología por un tanto más.

Lo cierto es que mis entradas de blog raramente llegan a un 75% de cómo realmente me siento, quizás porque lo he considerado una exageración (que no digo que no sean ciertos mis sentimientos, digo que no soy una persona promedio), quizás porque aunque estuviera tan falta de razón y decidiera convertir en un diario íntimo este blog, que aún tan poco visitado sigue siendo tan público, como me di cuenta con las dos primeras entradas, y aún decidida no encontraría las palabras. Pero bueno, espero que la entrada se lleve lo más importante sobre mi extraña felicidad.
Es difícil de entender sin el contexto, es difícil tener que explicar sin poder contar todo cuanto se llevaron las aguas y donde se desarrollan las circunstancias, todas las subidas y bajadas que se ha tenido que pasar para que el aprendizaje a cada paso, sea arriba o sea abajo, se vaya completando; pero lo intentaré.

Creo que se nota la desesperanza en la entrada “pintarse la cara…” y es que lo dicho en la entrada: hay cosas que pasan y tú no esperas (o esperas nunca tener que ver que pasen) entonces estaba en shock por mis arrolladores sentimientos.
Una vez tuve tiempo *bastó lo que quedaba de esa triste noche y un acogedor día con la persona –inesperadamente- correcta y con las preguntas –sorprendentemente- exactas* para cerrar mis ojos, respirar y abrirlos nuevamente pero ahora viendo con claridad, cuando me tomé ese tiempo para no pensar en el presente sino en las decisiones previas al apabullante presente, sentí ese dolor que estaba en las líneas “el hecho que lo entienda no indica q no duela…” irse, ser reemplazado por paz, y al contemplar cómo tan solo recordar una lección tan bien aprendida me devolvía la vida fue como si de una extraña forma me sintiera feliz y segura. Era una extraña felicidad.

Sin reparar en el hecho de que era extraña, me deje guiar en esa ola de paz, de alegría, de confianza total en mi camino, en el que he ido labrando y en el que está por venir y que es Dios quién me dio y me da para que viva y aprenda a ser feliz.
Lo extraño de esa felicidad esta en que, citando ciertas palabras “era extraña porque no era completa”, pero yo no había reparado en que era incompleta porque era tanta la confianza y la extraña alegría que no lo veía. Y digo extraña alegría porque nada había cambiado en absoluto, todo seguía igual a la noche en que temía que realmente mi corazón se haya caído en cachitos, todo seguí igual, excepto yo.

Yo no era la misma que de momento olvidaba las lecciones ganadas en lo que se conoce como “vivir”, yo no era la que dejó que unas cuántas palabras sin malas intenciones le caigan sobre el cuerpo como si tuviera ella que cargar con todo el dolor que alguna vez haya sentido. Ya no era la que desconocía que una esperanza estaba viviendo en su interior y solo la descubrió cuando sintió que la mataron.
Ahora era…




viernes, 25 de septiembre de 2009

Ahora era… la dueña de una extraña felicidad.

Y no, nunca terminé de escribir la entrada. No pude. Son conceptos demasiados difíciles, o demasiados personales a la final. Pero lo importante es que hay que estar preparados, para recibir el futuro con la fortaleza del pasado y obtener así, en el presente una extraña felicidad.

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